Historia de diabetes: Cuando la escuela no ofrece apoyo

FUENTE: Blog "JAIME, MI DULCE GUERRERO"



“Señora Martínez, tiene que cambiar a su hija de escuela, pues aquí no podemos manejar su diabetes tipo 1”. Estas fueron las palabras que me recibieron en la escuela de mi hija de 8 años cuando retomo su asistencia a la escuela después de su diagnostico de diabetes tipo 1 en el 2014. Alicia mi hija estuvo recluida por 2 semanas, pues llegó al hospital con cetoacidosis diabética y luego se quedo en casa otra semana para ir ajustándonos a nuestras nuevas rutinas.
Mientras estábamos en el hospital mi esposo visitó la escuela de mi hija y hablo con la Principal y su maestra; le explico que Alicia había sido diagnosticada con diabetes tipo 1 y que requeriríamos ayuda de l escuela. Trabajo muy cerca de la escuela y mi esposo les dijo que yo iría a la escuela las veces que fueran necesarias y que nuestra única intención era trabajar en equipo con ellos. Su respuesta fue una positiva y nos quedamos tranquilos en ese aspecto.
El primer día que Alicia regresó a clases, tuvo 2 hipoglucemias una de 50 y otra de 62. Por suerte fueron cuando estaba llevando su almuerzo y la otra fue durante la clase deportes. Tal y como lo habíamos platicado con las maestras y Principal el protocolo es darle una cajita de jugo que ella tiene en su mochila. Pueden creer que el profesor de Deportes no la dejo tomarse el jugo? Su argumento fue que durante la clase no se toma comida chatarra. Afortunadamente sólo quedaban 5 minutos para terminar la clase y mi esposo llegó a buscarla.
No sabes como lloré de rabia, de impotencia y de consternación. En manos de quien está mi hija en la escuela?
Así pasaron un par de semanas y cada día era algo diferente. Desde que le prohibieron medirse en el salón de clases, hasta la desaparición de su cartera de suplidos de diabetes. Algún niño considero gracioso esconderlo y no dijo nada durante horas. Sentía o mejor dicho no sentía ningún tipo de apoyo de la escuela y cada vez que trataba de comunicarme con la Principal casualmente no estaba disponible.
Así pasamos 2 meses y desafortunadamente la glucosa de Alicia estaba muy inestable y eran muchos los corajes que estábamos pasando. Hasta que un día recibo una llamada de la Principal diciéndome; “Señora Martínez, tiene que cambiar a su hija de escuela, pues aquí no podemos manejar su diabetes tipo 1”. No saben como me sentí! Furiosa es poco, sentía que mi hija estaba siendo discriminada de la por manera. Pregunté las razones y me dijo que nadie en el plantel escolar se sentía cómodo con que hubieran jeringas, insulina y que nadie quería hacerse responsable de cuidar de mi hija.
Vivimos en una país en el cual no hay normas establecidas para este tipo de casos, esto significa que estábamos atados d manos. Por el bien de Alicia decidimos cambiarla a un colegio más pequeño, donde podía recibir una asistencia más personalizada. Allí afortunadamente hay personal que ha demostrado un interés increíble y han trabajado mano a mano con nosotros. Alicia está más tranquila y feliz; aunque sintió mucho el tener que despedirse de sus amigos.
Es muy injusto que nuestros hijos sean discriminados por la ignorancia de otros. Mi mejor consejo a las familias que puedan estar pasando por situaciones como esta, es que luchen por sus niños y siempre procuren lo mejor para ellos. Un abrazo!
Clara Martínez

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